Azul invita a los artistas del azulejo a embellecer las paredes del Palacio Real de Évora.
Cuando Manuel I el Afortunado, rey de Portugal, visitó el Palacio de la
Alhambra, quedó cautivado por la imponente belleza de la decoración,
formada por losetas de cerámica de procedencia árabe a las que llamaban
azulejos. Aún fascinado por el esplendor del interior de la Alhambra, a
su regreso a Portugal ordenó inmediatamente que las paredes de su
palacio en Évora fueran decoradas del mismo modo.
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